En el universo de la perfumería de lujo, donde la artesanía se fusiona con la creatividad olfativa, pocos nombres gozan del prestigio de Ibraheem Al Qurashi. Más que una casa de perfumes, es guardián de un legado aromático forjado en las ricas tradiciones de la Península Arábiga. Fundada en La Meca en 1929 y aún dirigida por la familia, la firma lleva casi un siglo perfeccionando el arte de combinar materias primas preciosas en fragancias que trasladan directamente al corazón de Oriente.